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El punto de partida
En el corazón de Arturo Soria, una zona que encarna la visión de la Ciudad Lineal de Arturo Soria, se conciben dos viviendas en planta baja que buscan integrar la naturaleza y la arquitectura. Cada una de ellas cuenta con un jardín privado, estableciendo desde el inicio una conexión íntima con el entorno natural. Estos jardines no solo son elementos estéticos, sino que actúan como antesala y extensión del espacio interior, preparando al visitante para una experiencia arquitectónica donde interior y exterior se entrelazan.
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El reto
El desafío principal consistía en diluir las fronteras entre el interior y el exterior, creando una transición fluida que permitiera a los jardines formar parte integral del espacio habitable. Para lograrlo, se empleó un recurso de simetría cromática: el mismo tono rojizo del suelo de los jardines se replicó en el suelo y el techo del espacio interior que integra cocina y salón. Este gesto no solo unifica visualmente los espacios, sino que también genera una atmósfera envolvente que acoge al habitante sin necesidad de muros, estructurando el espacio de manera sutil y coherente.
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El resultado
El resultado son dos viviendas donde la arquitectura y la naturaleza coexisten en armonía. La continuidad visual y material entre el interior y el exterior, junto con la simetría cromática, crea un ambiente sereno y acogedor. Estas viviendas ofrecen una experiencia espacial única, donde el diseño cuidadoso y la integración con el entorno natural enriquecen la vida cotidiana de sus habitantes.
